Despierto y todo ha pasado:
son horas y parecen siglos
desde que concluyó la era
del hierro, el rayo y el granizo.
Me visto con la mismas ropas
pero ahora son livianas y suaves,
casi masaje de pétalos para la piel,
de presiones y pliegues ya distantes.
No olvido las sillas de lacerantes sables,
perpendiculares a la carne los filos,
no olvido la serenata y los gritos del silencio
o de noventa grados con pendientes los caminos.
Los transeúntes ni más ni menos aprecian
aquello de lo que no se sienten recelosos,
leo su hipocresía, su miedo, su huída gestuales:
avanza el incendio por el bosque y corren todos.
Alzo la vista hacia los muros de las fachadas
donde en alguien desear la muerte es un argumento
para sanar de
Las veinticuatro horas abierto, siete días a la semana.
La síntesis del servicio óptimo y asequible
mas con cuchillas y clavos y espuelas y látigos
y cortocircuitos y marcar ganado al rojo triste.
Ventanas virtuales y ventanas naturales
de cuarto y mitad del verdadero cielo;
más el teléfono, más los sueños y los libros:
paisajes y viajes en diez metros cuadrados de latidos.
La boca seca de no usarla y de mascar espinas;
explosiones sin lava, terremotos sin ruinas:
¡cuánta fortuna la conversión en recuerdo yermo!
Y ahora casi con alas y
Without pain et avec pain…
Renace la libertad de jugar con todo,
ansia de recuperar el tiempo sin demora
y caminar, bailar, amar y hacerme el loco.
La resaca lunar aleja lo ortopédico
y ya no importa la mala ergonomía.
Noches de duración optativa y relajante,
sin delirios de timbres, ladrones y tiranía.
Espejos sonrientes de dentífrica blancura,
sin huellas de ojeras y fruncidos ceños,
de canciones inventadas y duchas operísticas:
ser feliz con poco más que sentirme entero.
Así como si de la mítica cueva saliera
y la luz creciese a borbotones de las cosas,
reconociendo los rasgos de mi primera vida.
Así como hallarme libre y sin ser sombra.
Mi mente, ingrávida, casi roza la luna
y con claridad meridiana resuelve los dilemas:
el plomo que la nublaba y la sima que la lastraba
gaseoso se esfumó a través de boca, nariz y orejas.
Corrí y brinque cual gacela del Serengheti
ascendí por las paredes del Himalaya,
salté en parapente y salve rápidos en canoa
y descansé a la sombra de una higuera milenaria.
Cuando despierto nada ha acontecido
-soñé que soñaba intangible paraíso-:
cuando despierto la misma celda me ahoga
y los mismos cardos en mis entrañas se alojan.
Dolor crónico por problemas de espalda o columna, fibromialgia, esclerosis múltiple, artritis, artrosis, migrañas, oncológicos. etc; así como los problemas vitales y psicológicos que sufre el paciente y sus cuidadores.
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