Probablemente al mundo no le interese mi dolor físico, el dolor crónico, el sufrimiento ajeno, o incluso le dé grima o prefiera andar bien lejos. Otros pensarán y piensan algunos que es puro cuento. Leña del árbol caído.
El dolor por amor o desamor -lo que yo denomino amoralgia- en cambio es solidario, porque nos es cercano y casi universal. En un poema al respecto podemos hallar belleza. Nos encontramos ante una diferenciación subjetiva, pues aun un mismo poema puede ser leído con un espíritu u otro, según se sepa o no que se habla del dolor físico crónico.
El dolor por amor o desamor -lo que yo denomino amoralgia- en cambio es solidario, porque nos es cercano y casi universal. En un poema al respecto podemos hallar belleza. Nos encontramos ante una diferenciación subjetiva, pues aun un mismo poema puede ser leído con un espíritu u otro, según se sepa o no que se habla del dolor físico crónico.
Déjame morir sin sufrimiento,
si en mi ser ya te has afincado
si ya no me queda otro remedio
que vivir a tu recuerdo encadenado.
Estps versos, así ,sin más, parecen referirse a un amor perdido o a uno no correspondido. Mas he comprobado que el simple hechp de escribir una sinopsis o una etiqueta que lo refiera a lo físico, cambia el número de lectores y el rostro si es en persona.
Escribir en el oráculo de Google "dolor y arte" o "dolor y poesía" conlleva encontrar mis versos o mis artículos en las primeras posiciones. Parece que se trata de un tabú hispano-americano, puesto que en inglés existen muchísimos poetas y artistas que lo abordan o lo expresan. No me siento pionero, pues es cuestión de supervivencia o de dejar pasar un día sin consumar el final anticipado y voluntario -acaso por la estupidez de seguir empeñado en esperar, en la esperanza.
Pero el sentimiento no es propio, el mutismo es propio de una sociedad hedonista que huye del sufrimiento ajeno por si fuese contagioso. Y, cada día más cerca de la soledad absoluta, los poemas -como el arte- son la única manera de auto-recordar -aunque nos sepamos muertos vivientes- y recordarle al mundo que seguimos vivos. dcada persona que lo sufre suele coincidir en ciertos lamentos y características que se suman a la algia: la soledad, la desesperanza, la incomprensión, el rechazo, el no poder contar su sufrimiento, la decepción con las personas, el sentirse inútil y un estorbo, el sentirse culpable de su situación y de los que le rodean o rodeaban, la debilidad inmunoñógica, la variabilidad del ánimo, los pensamientos suicidas y el asombro de descubrir que existe al menos otra persona que pasa por lo mismo, el tener la certeza de que uno no está loco., de que las habladurías, los oídos sordos -incluidos los médicos-, el aislamiento... son consecuencias del prejuzgar.
Se sabe que va en la naturaleza humana huir de la desgracia y hacer pagar a justos por pecadores.
Es gritar la rabia de tener las manos vacías además del continuo empuje de las olas del dolor. Dolor al que se le suman otros dolores: del alma, de la mente, del desamor, de la soledad... La rabia y la impotencia de no hallar motivos o culpables o un respiro o un consuelo:
Escribir en el oráculo de Google "dolor y arte" o "dolor y poesía" conlleva encontrar mis versos o mis artículos en las primeras posiciones. Parece que se trata de un tabú hispano-americano, puesto que en inglés existen muchísimos poetas y artistas que lo abordan o lo expresan. No me siento pionero, pues es cuestión de supervivencia o de dejar pasar un día sin consumar el final anticipado y voluntario -acaso por la estupidez de seguir empeñado en esperar, en la esperanza.
Pero el sentimiento no es propio, el mutismo es propio de una sociedad hedonista que huye del sufrimiento ajeno por si fuese contagioso. Y, cada día más cerca de la soledad absoluta, los poemas -como el arte- son la única manera de auto-recordar -aunque nos sepamos muertos vivientes- y recordarle al mundo que seguimos vivos. dcada persona que lo sufre suele coincidir en ciertos lamentos y características que se suman a la algia: la soledad, la desesperanza, la incomprensión, el rechazo, el no poder contar su sufrimiento, la decepción con las personas, el sentirse inútil y un estorbo, el sentirse culpable de su situación y de los que le rodean o rodeaban, la debilidad inmunoñógica, la variabilidad del ánimo, los pensamientos suicidas y el asombro de descubrir que existe al menos otra persona que pasa por lo mismo, el tener la certeza de que uno no está loco., de que las habladurías, los oídos sordos -incluidos los médicos-, el aislamiento... son consecuencias del prejuzgar.
Se sabe que va en la naturaleza humana huir de la desgracia y hacer pagar a justos por pecadores.
Es gritar la rabia de tener las manos vacías además del continuo empuje de las olas del dolor. Dolor al que se le suman otros dolores: del alma, de la mente, del desamor, de la soledad... La rabia y la impotencia de no hallar motivos o culpables o un respiro o un consuelo:
y sobre dolor... la impotencia.
Es al cabo una terapia de afrontamiento o gestión del dolor. Nosce te ipsum. Conoce a tu enemigo, grita tu dolor, si no puedes con el enemigo... Al concluir, renacen endorfinas por un rato. Y, si brota una pizca de belleza o un comentario elogioso, más todavía. En parte porque nos volvemos un poco bipolares en el carácter y nos agarramos al primer clavo ardiendo que se nos ofrezca.
Ciencia neuronal convertida en algo parecido a poesía. Más existencial que optimista y a la vez siempre subyaciendo la esperanza, el ansia de acabar venciendo, el convencimiento de que la rueda siga girando y nos situaremos en la cima de la fortuna.
No tenemos mucho más.
Ciencia neuronal convertida en algo parecido a poesía. Más existencial que optimista y a la vez siempre subyaciendo la esperanza, el ansia de acabar venciendo, el convencimiento de que la rueda siga girando y nos situaremos en la cima de la fortuna.
No tenemos mucho más.
Dolor crónico por problemas de espalda o columna, fibromialgia, esclerosis múltiple, artritis, artrosis, migrañas, oncológicos. etc; así como los problemas vitales y psicológicos que sufre el paciente y sus cuidadores.
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