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viernes, 23 de noviembre de 2007

El personal médico es uno de los colectivos más propensos a padecer el síndrome de burn-out

Primero de dos artículos que versan sobre el Síndrome del Quemado o del Cuidador o de Burnout o Burn-out. Afecta tanto a médicos y personal sanitrio como a familiares cercanos al enfermo -amén de a otro tipo de profesionales-,

Éste artículo ha sido extraído de AZprensa.com,


El personal médico es uno de los colectivos más propensos a padecer el síndrome de burn-out

Se celebra en la sede de la OMC una jornada sobre el “Burn-out en la profesión médica”

Redacción, Madrid (16-11-07).- En la sede de de la Organización Médica Colegial (OMC) se ha celebrado una jornada sobre el “Burn-out en la profesión médica”, un síndrome de agotamiento emocional, de despersonalización y de reducción de la capacidad personal, presente en numerosos colectivos profesionales, en especial aquellos que requieren trato con la gente, entre los que se encuentran los médicos.

Incluso en un reciente estudio realizado por residentes de primer y tercer año de la Unidad Docente Barcelona Ciudad, el síndrome del burn-out o “estar quemado” aparece ya entre los médicos durante el inicio de su carrera, en el periodo de residencia.

Aunque un cierto nivel de estrés puede incluso ser necesario para mantener el dinamismo en el trabajo, en niveles extremos puede llegar a ser muy perjudicial para la salud. El personal médico es, precisamente, uno de los colectivos más propensos a padecer este síndrome, entre cuyos síntomas más habituales se encuentran la fatiga crónica, tensión muscular, gastritis y úlcera, trastornos del sueño, desmotivación, cinismo, hipercrítica hacia los compañeros de trabajo, ansiedad, depresión, etc.

En el transcurso de esta jornada se ha abordado la dimensión social de este fenómeno, haciendo un análisis de los distintos modelos de desgaste profesional y estableciendo un amplio debate sobre la posible prevención y curación de este síndrome.

En el mundo actual, donde el uso masivo de la tecnología y el exceso de información, lejos de reducir el trabajo lo acrecienta, se produce en el entorno laboral una acumulación de tareas –bajo la presión de los plazos de tiempo- que desencadena el estrés. La realidad es que se trabaja más y, de alguna manera, se está siempre en contacto con la oficina, todo ello a expensas del tiempo libre o personal. Aunque, como ya se ha mencionado anteriormente, un cierto nivel de estrés puede ser beneficioso para mantener el dinamismo en el trabajo, cuando este nivel se dispara se produce ese agotamiento emocional, despersonalización y de reducción de la capacidad personal que ha dado en llamarse síndrome de “burn-out”.

El síndrome de “burn-out” o “estar quemado” se da en aquellas personas que para la realización de su trabajo están en relación con otras personas y su amplia gama de síntomas surgen como consecuencia de la percepción por parte del sujeto que lo padece de ver defraudadas sus expectativas. Por ello se da con frecuencia en profesiones como la Medicina, e incluso hay especialidades más propensas que otras, como la Oncología, al estar en contacto permanente con el dolor y la muerte. Aunque puede aparecer en cualquier momento, la mayor incidencia se da a partir de los cinco años de realizar la misma tarea. Los primeros signos denotan una disminución de la producción, una tendencia a la desorganización y un agotamiento emocional.

Los síntomas más habituales son la fatiga crónica, tensión muscular, gastritis y úlcera, trastornos del sueño, desmotivación, cinismo, hipercrítica hacia los compañeros de trabajo, ansiedad, depresión, etc.

Para prevenirlo, los especialistas recomiendan una amplia serie de estrategias que pueden ponerse en práctica a nivel individual, como, por ejemplo: Incrementar la vida extra-laboral y los vínculos sociales, adquirir nuevos conocimientos (cursos de formación o colaboraciones), asumir mentalidad de grupo, incorporar actividades de entrenamiento en la resolución de problemas, establecer niveles de responsabilidad, etc.

Para el neuropsiquiatra del Instituto Catalán de Salud, Jorge Luis Tizón, este síndrome, que también podría llamarse de desgaste profesional “podría considerarse un trastorno psicopatológico influenciado por los factores laborales”. También resaltó su mayor incidencia en colectivos como la enseñanza o las profesiones sanitarias, afectando a un 30 por ciento de los médicos y a un 30-40 por ciento de los profesionales de enfermería.

La doctora en Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, Macarena Gálvez destacó que “el desgaste profesional es un riesgo psicosocial del trabajo y hay que facilitar el desarrollo profesional y la formación”. Definió el burn-out como un problema de salud pública y un factor de riesgo psicosocial y señaló que la prevención es la asignatura pendiente de este síndrome del que el agotamiento es la dimensión que más lo define, pero no la única.

El psiquiatra José Carlos Mingote, coordinador del PAIPSE de la Comunidad Autónoma de Madrid, habló del “efecto Don Quijote” para referirse al choque que experimentan los profesionales cuando se enfrentan por primera vez a la dura realidad de la Medicina y van cargando con un peso que los acaba por desbordar, y reclamó modificar los estudios de pregrado para que se incluya también una formación en Psicología médica que les forme para tratar con personas.

El profesor Salvador García Sánchez, del departamento de Psicología Social de la Universidad de Barcelona, comentó que “el actual sistema es eficientista (más resultados con menos recursos) pero, ¿a costa de qué?”. Por ello pidió un “cambio cultural radical del sistema sanitario” y señaló que los Colegios de Médicos pueden y deben liderar este cambio.

Por parte de la OMC, el secretario general, Juan José Rodríguez Sendín, anunció “la OMC ha adquirido el compromiso de crear un grupo de estudio y prevención de este problema, a nivel nacional”.





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