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domingo, 18 de noviembre de 2007

ANESTESIA: LA CIENCIA QUE NOS QUITA EL DOLOR (especial de elmundo.es)

ANESTESIA

La ciencia que nos quita el dolor

ELMUNDO.ES/SALUD/DOLOR/DOSSIER ESPECIAL
Actualizado viernes 16/11/2007 19:25 (CET)
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BEATRIZ ROSELLÓ

MADRID.- Hoy por hoy, nos resultaría impensable someternos a una operación quirúrgica sin recurrir a la anestesia. Pero, pese a su reconocida eficacia, todavía surgen dudas entre la población que ensombrecen los logros de esta ciencia. El mayor temor es no despertarse tras la intervención.

DEFINICIÓN

La anestesiología es la ciencia médica que se ocupa del alivio del dolor y del cuidado del paciente quirúrgico antes, durante y después de la intervención.

TIPOS

-Anestesia general: hace referencia a lo que coloquialmente se conoce como 'dormir' al paciente, pues se trata de que este permanezca inconsciente sin recibir ningún tipo de sensación. Para ello, se le inyectan un número variable de fármacos por vía intravenosa o intramuscular, o se le hace inhalar el medicamento a través de una máscara de gas, o un tubo de respiración.

El anestesista deberá velar por el cuidado del enfermo durante toda la operación e intentar que la misma le ocasione las menores alteraciones posibles.

La técnica incluye: la parálisis de la musculatura para relajar la zona operatoria y la musculatura respiratoria si la intervención va a ser en el tórax. Por ello, dependiendo del tipo de cirugía y de las peculiaridades del paciente, calculará las dosis correspondientes.

Asimismo, cuando se finaliza la operación quirúrgica, el especialista debe hacer que recobre la conciencia, revirtiendo el efecto de la anestesia (administrando los medicamentos necesarios). Esto se realiza en salas especiales de recuperación post-anestésica.

-Anestesia regional: el paciente permanece despierto pero no tiene sensibilidad en la zona que va a ser operada. Para ello, se le inyecta la solución anestésica necesaria cerca de los nervios que reciben la sensibilidad en dicha zona. A veces, se le administra también un sedante para que la persona se sienta menos nerviosa. A diferencia de la general, la parte anestesiada 'despierta' cuando se metaboliza el fármaco; es decir, el especialista no tiene que inyectar más medicamentos para revertir los efectos de la anestesia. Tipos más importantes:

  1. Raquídea: se aplica directamente al conducto raquídeo y tiene el mismo efecto que la anterior: el paciente pierde sensibilidad en la parte inferior del cuerpo. Se suele usar para casos tales como: reparación de una hernia, cirugía de próstata; en general para procedimientos médicos que se den en la mitad inferior del cuerpo.
  2. Epidural: la anestesia epidural hace que el enfermo pierda la sensibilidad en la mitad inferior del cuerpo. Para ello, el médico inyecta el fármaco en la parte inferior de su espalda, en concreto en la zona que circunda el canal medular. La epidural se utiliza comúnmente para aliviar el dolor en el parto, aunque también podría recurrirse a la raquídea. Los motivos de esta elección son los siguientes: la raquídea hace efecto más rápidamente, pero alargar sus efectos conlleva complicaciones, a diferencia de la epidural, que sí permite prolongar la anestesia, sin posibles problemas añadidos.
  3. El uso de una u otra en cada intervención depende de distintos factores: en primer lugar, del juicio del anestesista que la aplique, del estado del paciente y de sus peculiaridades (por ejemplo, de su edad), del tipo de cirugía (si la operación va a ser corta o larga, por ejemplo).

    Aunque ambas permiten alargar los efectos anestésicos, por medio de un catéter epidural o intraraquídeo, según corresponda, la primera permite administrar dosis complementarias con menos riesgos para el enfermo, ya que se aplica al espacio epidural (es decir, al espacio anterior a la meninge que rodea a la médula); a diferencia de la raquídea, que requiere la perforación de la meninge.

  4. Plexos de extremidades: consiste en el bloqueo del nervio de una extremidad.

Anestesia local: empleada para intervenciones menores en el punto concreto en el que se va a operar, como la mano o el pie. A veces puede ser aplicada por el propio cirujano. Al igual que la regional, no requiere la administración de ningún fármaco para la recuperación de la sensibilidad del punto anestesiado.

La anestesia regional y la local son utilizadas también en la 'cirugía mayor ambulatoria', cuya ventaja es que permite que los pacientes permanezcan pocas horas en el hospital.

ANTES...

Antes de cualquier intervención, la persona que será operada tiene una cita con un anestesista (no tiene porqué ser el mismo que le tratará después). Se denomina el estudio preanestésico. El médico en cuestión le preguntará al paciente sobre datos que es necesario conocer de cara a la operación quirúrgica, tales como sus alergias, sus enfermedades, si consume tabaco, alcohol u otro tipo de drogas, si está llevando algún tipo de tratamiento, o si ha tenido complicaciones en intervenciones anteriores. Además, se le realizarán como mínimo tres pruebas: un electrocardiograma, una radiografía de tórax y una analítica completa.

Todo ello, tiene como objetivo establecer la gravedad del enfermo que se va a someter a la operación.

Por otro lado, el especialista le entregará al individuo un documento denominado 'consentimiento informado', cuya firma supondrá que este acepta las posibles complicaciones que puedan darse, sin que exista mala praxis.

Asimismo, se le pide al paciente que guarde ayuno al menos seis horas antes de la intervención (en todas excepto en las locales). Es necesario que su estómago esté vacío para evitar que restos de alimentos puedan volver a la boca y entrar en las vías respiratorias, (la anestesia altera sus reflejos normales, de forma que algunas defensas de su organismo dejarán de funcionar, como por ejemplo, la tos).

DURANTE...

La anestesia bloquea temporalmente las señales nerviosas que se desplazan por la médula espinal del paciente cuando éste siente dolor.

El anestesista será el encargado de velar por el estado del enfermo durante toda la intervención, por lo tanto, deberá controlar sus constantes vitales y tratar cualquier problema médico que se presente, para lo que le administrará los fármacos pertinentes. Cuando se concluye la operación, el especialista debe neutralizar los efectos de la anestesia y aliviar el dolor postanestésico, para lo que utilizará los medicamentos adecuados.

DESPUÉS...

En la fase postoperatoria la función del especialista es mitigar todo lo posible el dolor provocado por la intervención y las diversas molestias que se produzcan en el paciente.

Dependiendo de la gravedad de la intervención, se despierta al paciente en el mismo quirófano en el que ha sido operado, o bien se le traslada a otra sala para un cuidado más específico. Cuando es leve, el médico revierte los efectos de los fármacos anestésicos en el quirófano y de ahí se le pasa a la Unidad de Recuperación Post-anestésica, en la que se controlará el dolor que tenga tras la intervención. Si por el contrario la operación es de mayor gravedad, se traslada al paciente a la Unidad de Reanimación Postquirúrgica y se le 'despierta' allí. En esta sala el sujeto recibe los cuidados intensivos necesarios dependiendo del alcance de la enfermedad.

RIESGOS

Toda anestesia implica unos riesgos determinados, aunque según la Asociación Estadounidense de Anestesiólogos (ASA), estas complicaciones han disminuido en los últimos 25 años.

Más concretamente, los riesgos pueden ser:

-Generales (de cualquier anestesia):

  • Reacción alérgica a los medicamentos utilizados
  • Problemas respiratorios

-Anestesia local y regional:

  • Daño nervioso prolongado (raro)
  • Debilidad temporal o parálisis en el área que recibió la anestesia.

-Anestesia general:

  • Latidos cardíacos irregulares
  • Ataque cardíaco (en casos excepcionales)
  • Náuseas y vómitos
  • Accidente cerebrovascular (en casos excepcionales)
  • Confusión mental temporal (delirio). Se da sobre todo en adultos mayores.

Para más información consultar la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapeútica del Dolor.





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