Un punto de encuentro para aquellos que sufren cualquier forma de dolor crónico en su propio cuerpo y para quienes lo sufren como pareja, familiares, amigos o personal médico y sanitario. Un lugar abierto a quien desee exponer su caso o estudios o consultar sus dudas o realizar encuestas específicas o desahogarse… cómo y cuándo se quiera.

miércoles, 10 de marzo de 2010

VERDAD DE DOLOR

VERDAD DE DOLOR



Hoy me rebelo. No me puedo silenciar.

No soporto más la omisión,

la amnesia convenida y auto-impuesta:

debo desenterrar mi quejido.



La verdad es que vivo hastiado

de la calle, de la luz, de las voces:

por eso evito izar la persiana

-desprovisto de noche o día-

y bloqueo el fragor ciudadano

con sonidos e imágenes artificiales.


La verdad es que creo vivir de más,

en este destierro-exilio de parsimonia imperativa,

donde solamente la genética herencia

-¡tantas neuronas de felicidad crecientes...!-,

mi hija -nada menos-, me apega al mundo;

viviendo una vida que no he escogido,

en una ciudad y un hogar ajenos

y lejanos de donde podría salvarme,

en donde quiero estar y ser,

de oceánico espíritu rodeado.


La verdad es que soy agujero negro

de ingrávida soledad y áspero vacío,

un alud frustrado, niebla de letras,

manco de labores, repudiado social

-parásito-, repudiado de amor,

henchido de amoralgia y ocaso

con la mente asediada, cercada,

invadida metro a metro:

racimo de transmisores dislocados

bajo una tristeza interminable

que ha encallecido en lo que respiro,

sentina de amargas y rancias emociones,

vergel de miseria y ruina y fracaso,

hombre sin futuro entre futuro

y sin hablar y sin nadie a quien hablarle.


La verdad es que lo perdí todo:

caricias, lar, quehaceres...

La verdad es que me duele el alma;

la verdad es que estos hoscos planetas

gravitan en torno al todopoderoso

y omnipresente cárnico DOLOR,

lento suicidio de horizontal duermevela

e insomnio y marmota y opioide delirio.


La verdad es que es mi morada.

La verdad es que lo he negado,

lo he rechazado, lo he abrazado, lo he adorado

y lo he olvidado y lo he metabolizado;

y lo he bautizado y lo he excomulgado

como si fuera filial y herético a un tiempo;

y, como de la muerte, no he logrado liberarme;

y, como la muerte, es la Roma de todos los caminos

-ubicuidad perenne, compacta,

indeleble azufre

que se impregna de moscas verdes

y sosa cáustica.


La verdad es que el DOLOR es imperturbable

e insoportable y ruin y arisco

como sismo inconcluso,

eléctrico latido persistente y sonoro

-porque también murmura,

vituperios y blasfemias atolondradadamente-,

inmortal medusa de pujantes flagelos.


La justa verdad es que parece

rata royendo el cerebro, sin relajos;

la verdad es que es cortocircuito

en los miembros y pólvora de batalla;

la verdad es que me duelen los pies

como si anduviese sobre espinos

aun sin caminar siquiera;

la verdad es que la espalda es azotada

con varas de bambú humedecidas;

la verdad es que mis piernas claudicaron

ante el implacable crepitar de brasas

y astillas de acero y pálpitos de espasmo corrosivo.


La verdad es que he luchado y me he rendido;

la verdad es que soy culpable: luché poco;

la verdad es que siempre retorno

a la guerrilla en los cerros y las cumbres

del deseo, la esperanza y de Morfeo;

la verdad es que sueño con victorias

y despertares de Ave Fénix,

para vivir la cura del amor y la partida.


La verdad es que hace mil siglos

sería bovino pez descartado:

cautivo de la selección natural;

la verdad es que el auxilio social

me mantiene a flote sobre el fango;

la verdad es que la farmacopea

intenta recuperarme en vano;

la verdad es que las innovaciones

mintieron a mi autista médula;

la verdad es que el DOLOR

violenta mi pasado y mi mañana,

que aniquila a bocajarro el presente;

la verdad es que el DOLOR

disuelve los presentimientos y envenena

y descuartiza y raja y esclaviza

y distorsiona y quebranta los sentidos.


La verdad es que, desde el lecho

y en la penumbra de este eclipse perpetuado,

no alcanzo a vislumbrar el horizonte;

la verdad es que es inútil la resistencia,

pues, para proseguir, para vivir,

cumplo la cuenta-atrás bajo la cadencia

de los espacios comunes de las palabras,

como una revuelta de polen,

encuadernado y teñido de negrura,

vestido de versos inconexos

y desnudo de existir.


La verdad es que el DOLOR me ha guiado

hasta las entrañas prohibidas de la vida,

por las ciénagas incógnitas del hombre,

por las ígneas estancias de la crudeza,

de las pieles despellejadas y los tuétanos de la perfidia,

los áridos rostros de la hipocresía y la mentira;

la verdad es que el DOLOR me ha abierto los ojos

a la cegadora experiencia de la VERDAD.


La VERDAD me ilumina, me difumina

sobre la textura del paisaje, fluyendo

en el arroyo tintineante y luminoso

que serpentea entre las pausas del abecedario.


La VERDAD de DOLOR

es el próximo beso con el que te he ocupado,

la fusión de lo real y lo mágico,

el éxtasis que erupciona del abrazo íntimo

entre el rastro carnal y el raciocinio,

un embrión sin equipaje y cementerio

en sigilosa embriogénesis bajo nuestra tormenta...


Cigoto de evolución ignota

anidado en la mullida oquedad

del devenir de nuestras bocas...:

el beso eterno que nos proyecta

hacia más allá de donde nadie pudiera hallarnos.



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